La batalla por el relato del estallido social: memoria, poder y control del discurso

A seis años del estallido social, el debate sobre su interpretación política sigue dividiendo a los sectores en Chile. En distintos espacios de análisis, varias voces advierten que parte de la derecha busca instalar un nuevo relato: que las movilizaciones de 2019 no fueron una expresión ciudadana masiva, sino un episodio de violencia o incluso un intento de desestabilización. Ese enfoque, sostienen algunos panelistas, pretende enviar un mensaje a la ciudadanía: que nunca más se repita una protesta de esa magnitud.

Durante la conversación, se recordó que más de dos millones de personas salieron a las calles en todo el país, reclamando contra los abusos y la desigualdad. Según datos recientes de la Fiscalía, un 34% de las causas judiciales del periodo corresponde a violencia institucional y un 31% a desórdenes o hechos vandálicos. Los participantes coincidieron en condenar toda forma de violencia, tanto la ejercida por manifestantes como la cometida por agentes del Estado.

El debate también abordó cómo el relato oficial cambió con el tiempo. Mientras el entonces presidente Sebastián Piñera calificó la marcha del 25 de octubre de 2019 como “pacífica y esperanzadora”, meses después el discurso político giró hacia una interpretación centrada en el orden público. Analistas señalaron que ese cambio coincidió con el avance del proceso constituyente y el temor de ciertos sectores ante la idea de “refundar” el país.

Pese a las diferencias, existe consenso en que el malestar social persiste. Estudios recientes indican que el 82% de los chilenos cree que el mérito no existe y que el acceso a salud y educación de calidad depende del dinero. Para algunos, reducir el estallido a un fenómeno de delincuencia ignora esas causas estructurales y distorsiona el sentido profundo de las protestas ciudadanas.