Dioses aztecas: esenciales para la cosmovisión

Los dioses aztecas formaban parte esencial de la cosmovisión y la vida cotidiana del pueblo mexicano.
Su religión politeísta estaba profundamente conectada con los ciclos de la naturaleza, la guerra, la agricultura y el tiempo.
Cada dios tenía funciones específicas y era venerado con rituales, ofrendas e incluso sacrificios humanos.
Uno de los dioses más importantes era Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra.
Era considerado el protector del pueblo mexica y su ascenso diario por el cielo simbolizaba la lucha constante contra las fuerzas de la oscuridad.
Para asegurar su victoria diaria, los aztecas ofrecían sacrificios humanos en su honor.
Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, era otro dios central. Asociado al viento, al conocimiento y a la creación, representaba una de las fuerzas civilizadoras del universo.
Contrapuesto a él estaba Tezcatlipoca, dios del cielo nocturno, la oscuridad y el destino. Ambos mantenían una rivalidad mitológica que simbolizaba los equilibrios del mundo.
La diosa Tláloc, señor del agua y la lluvia, era vital para la agricultura. Su culto se realizaba especialmente en tiempos de sequía.
Junto a él, Chalchiuhtlicue, diosa de los lagos y los ríos, completaba el panteón acuático.
También destaca Coatlicue, madre de los dioses, representada con un vestido de serpientes y una apariencia aterradora.
Su hijo Huitzilopochtli nació para vengarla de sus enemigos, en una de las leyendas fundacionales del pueblo azteca.
El panteón azteca reflejaba una visión compleja y dual del mundo, donde la vida y la muerte, la creación y la destrucción, coexistían en un equilibrio sagrado.
A través de sus dioses, los aztecas explicaban el orden del universo y justificaban sus actos más trascendentales.
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